Existe un concepto del que, hoy día, no paramos de escuchar noticias. Un concepto que nos acompaña durante todos los veranos y nos hace resguardarnos en nuestras casas o buscar a toda prisa una sombra o piscina donde evitar sufrirlo. Hablamos de la ola de calor, un concepto veraniego que nos acompaña de manera inevitable todos los años en nuestro país.
Como personas que somos, el calor llega a afectarnos de muchas maneras, dificultándonos tareas que quizás, frente a otras temperaturas, podríamos desempeñarlas más fácilmente o con mayor soltura. Del mismo modo, y al igual que nos ocurre a nosotros, nuestro vehículo también se ve afectado por los excesos climatológicos que la ola de calor genera; unos excesos de calor, que sumados a la ya de por si fuerte presión que los componentes de un vehículo sufren, pueden llegar a ocasionarnos más de un problema si no estamos al tanto o si no mantenemos un control de nuestro coche.
Hoy nuestra intención con este artículo, es ayudarte a saber cuándo puede ocurrirle algo a los neumáticos de tu coche, y a darte un consejo básico para que esto no ocurra.
Calculando que las olas de calor suelen alcanzar una temperatura media de 40 grados (lo cual para un andaluz como yo es un día normal de junio, pero nos vale como dato) y teniendo en cuenta que el asfalto puede alcanzar incluso el doble de temperatura, las consecuencias para un neumático, el cual está formado por un elemento de caucho montado sobre una llanta metálica y relleno de aire, pueden ser críticas.
Estas consecuencias se ven afectadas básicamente en la presión que tendrán que soportar los neumáticos, teniendo en cuenta, como hemos comentado, que el asfalto, puede llegar a una temperatura de unos 100 ºC.
Si los neumáticos de nuestro coche tienen un exceso de presión en los neumáticos, el desgaste de estos será superior en el centro de la banda de rodadura, aumentando la distancia de frenado y disminuyendo el agarre de nuestro vehículo en las curvas, además de amortiguar en menor medida las irregularidades del terreno.
El problema viene dado si nuestros neumáticos no están en perfectas condiciones (algún corte, deformación, bordillazo, etc…), lo cual puede provocar que la carcasa termine de ceder y se produzca un reventón, ocasionando un gran problema si nos encontramos circulando en dicho momento.
Otro supuesto muy común, provocado por la falta de mantenimiento o despiste del usuario, es la falta de presión en los neumáticos, lo cual provoca mayor consumo de combustible, desgastes por los laterales de la banda de rodadura, riesgo de frenada irregular y mayor inestabilidad a la hora de tomar una curva, en definitiva, la carcasa del neumático no tendrá rigidez suficiente para mantener una forma adecuada y sufrirá deformación al rodar.
Esto, combinado con la temperatura del asfalto, acabará generando el sobrecaliento del neumático, lo cual terminará ocasionando, al igual que en el caso anterior, un reventón de las ruedas.
Pues aunque suene básico, la única solución posible es realizar un mantenimiento adecuado a los neumáticos, llevar siempre la presión recomendada por el fabricante y realizar una inspección visual de las ruedas para identificar cualquier anomalía que, con el tiempo, pueda convertirse o provocar un problema.
Llevando este sencillo proceso con asidua regularidad, evitará una serie de problemas que puede llevarnos a un costo monetario alto y que puedan llevarnos a un susto en mitad de la carretera.