Hoy, 23 de junio, celebramos el Día Internacional de la
Mujer en la Ingeniería, y queremos sumarnos a esta conmemoración
compartiendo la visión y experiencia de Victoria Antona, Directora
Territorial de Castilla y León, una profesional que ha desarrollado una sólida
trayectoria en nuestra compañía.
Hemos hablado con ella sobre sus inicios, los retos que ha enfrentado, y el papel de las mujeres dentro del sector en la ingeniería del presente y del futuro.
Contar en mi ciudad natal, Béjar, con una Escuela de
Ingenieros fue determinante. Siempre fue un referente local, y, por tanto, una
opción muy presente para mí desde joven. Además, mi primo, que ya había
estudiado esta carrera, me animó y apoyó mucho, prestándome materiales y
compartiendo su experiencia. Ese acompañamiento fue clave.
Es curioso que ya en 1903 Unamuno, entonces rector de la
Universidad de Salamanca, destacara en su discurso de apertura que le alegraba
ver mujeres en la Escuela de Ingenieros de Béjar. Han pasado 122 años y aún
seguimos hablando de la baja representación femenina en este ámbito. En mi
clase, por ejemplo, éramos solo dos mujeres. Aunque la situación ha mejorado,
seguimos muy lejos de la igualdad: apenas el 20% de los estudiantes de
ingeniería son mujeres.
Faltan referentes y hay aún mucho desconocimiento sobre lo
que realmente se estudia y se hace en ingeniería. Incluso aportaciones
históricas de mujeres al sector, como la invención del limpiaparabrisas o los
retrovisores, son poco conocidas. Hay que visibilizar más el impacto femenino
en la tecnología y la innovación.
Que se anime sin dudarlo. Es una carrera que te da
herramientas multidisciplinares y una gran versatilidad profesional. Puedes
trabajar en energía, construcción, medio ambiente, informática, educación,
administración pública… Las opciones son muchas y muy diversas.
Durante mis estudios, nunca lo viví así. Pero en el entorno
laboral, sí he sentido actitudes de ese tipo. Recuerdo clientes que, al
llamarme, me decían “perdone, he pedido hablar con el ingeniero”, dando por
hecho que no podía ser yo. Afortunadamente, hoy eso está mucho más superado,
aunque aún queda camino por recorrer.
Le diría que hiciera exactamente lo mismo, pero que se
animara también a vivir una experiencia laboral internacional. Esa vivencia
personal y profesional te abre aún más la mente.
No tengo un momento concreto, pero cuando ves que tu jornada
laboral pasa sin darte cuenta, porque lo que haces te motiva, te interesa y te
reta, sabes que estás en el lugar adecuado. Eso es una suerte y un privilegio.
Creo que los atributos fundamentales en ingeniería
—curiosidad, capacidad de análisis, y resolución de problemas— no tienen
género. Me resulta preocupante seguir oyendo que las mujeres tienen “una
sensibilidad especial” o una “visión diferente” como si fuesen condiciones
exclusivas. De hecho, características como tener carácter o determinación se
aplauden en los hombres, pero a menudo se critican en las mujeres. Aún tenemos
mucho por avanzar en ese aspecto.
La historia de Victoria Antona es un reflejo del valor que
aportan las mujeres en la ingeniería. Su visión, su trayectoria y su firmeza
son inspiración para muchas jóvenes que hoy se plantean su futuro. En Red
Itevelesa, seguimos comprometidos con impulsar la diversidad, romper
estereotipos y construir un sector más inclusivo para todos y todas.