Hace muchos años, los viajeros necesitaban espacio a la derecha para poder desenfundar la espada o blandir un arma con facilidad en caso ser atacados. Al ser diestros la gran mayoría de los humanos, se impuso la mayoría natural y por eso imperó la costumbre, desde el antiguo Egipto hasta Grecia y Roma, de avanzar por la izquierda de las calzadas, dejando a la derecha espacio suficiente para defenderse si era necesario.
La costumbre continuó en Europa durante la Edad Media, cuando los caballeros que viajaban por los caminos sostenían las riendas de sus monturas con la mano izquierda dejando libre la derecha.
La irrupción del carruaje Conestoga en los caminos a través del estado de Pensilvania, obligó en 1792 a sus autoridades a cambiar por ley el sentido de la marcha para evitar accidentes. Y desde ese momento la norma se fue haciendo extensiva por todo el continente americano.
En el caso europeo fue Francia la primera en seguir el ejemplo americano. Inmersa en un revolucionario proceso de transformaciones sociales, también experimentó un importante incremento del transporte mercancías y pasajeros, con carros de mayor tamaño que necesitaban muchos caballos de tiro, más difíciles de manejar.
Por el contrario, Gran Bretaña acababa de perder la Guerra de la Independencia y no quiso aceptar ninguna influencia de sus excolonias transatlánticas. Y tampoco adoptó carros tan grandes, menos adecuados para los caminos y la orografía de las islas. En cuanto al resto del Viejo Continente, enseguida se sumó a la nueva tendencia., extendida por las Guerras Napoleónicas y los grandes movimientos de tropas.
La aparición de los primeros automóviles y su tecnología también influyó en la ordenación del tráfico. Al principio, los coches circularon también por la izquierda, ya que el freno de mano actuaba directamente sobre las ruedas y se encontraba, como en los carros de caballos, en el exterior de la carrocería.
El puesto de conducción y el volante se instalaron entonces a la derecha, para que el conductor pudiera accionar la palanca con la fuerza superior del brazo diestro. Pero con la evolución de las carrocerías y el perfeccionamiento del mecanismo de freno, la palanca pasó a situarse en el interior, entre los dos asientos delanteros, tal como es habitual hoy en día.
Entonces, y por la misma razón, el puesto de conducción pasó a estar en la izquierda para tirar mejor de ella con la mano derecha. Ocurrió en todo el mundo salvo en los países anglosajones, que conservaron la antigua tradición y mantuvieron el volante a la derecha.
Otras excepciones fueron Suecia e Islandia, que siguieron circulando mucho tiempo por la izquierda. Así fue hasta las cinco de la madrugada del día 3 de septiembre de 1967, cuando el Gobierno sueco obligó a sus ciudadanos a cambiar de lado, a pesar del rechazo de una gran mayoría. Se llamó el Día H y quedó para la historia como un gran ejemplo de disciplina nórdica, sobre todo porque no se registró ningún accidente mortal. Y a la vista del resultado, un año después Islandia siguió el mismo camino, normalizando así su circulación con el resto del continente.
En el resto del mundo, los países bajo el dominio de la Commonwealth británica (Australia, Nueva Zelanda, África del Sur…) y muchas de sus antiguas colonias, siguieron circulando por la izquierda. Y también Japón, país de tradiciones, que sigue siendo fiel en las carreteras y los caminos a la costumbre, heredada de la época de los samuráis, de avanzar siempre por el lado izquierdo (incluso también por las aceras y las escaleras).
En más de 50 países se circula por la izquierda y en ellos habita más de un tercio de la población mundial. Es una diferencia de criterio que obliga a muchos fabricantes de automóviles a incluir dos variantes en sus modelos –con el volante a la izquierda o a la derecha– en función del mercado de destino.
A continuación , los 54 países que circulan por la izquierda:
Fuente: El País